La segunda parte de la trilogía
de Sergio Sollima con Tomás Milian como protagonista, Cara a cara supone una vuelta de tuerca respecto de alguno de los
planteamientos presentados en El halcón y
la presa, en una película desmedida en propuestas intelectuales,
salvajemente rica en matices y con un espíritu político claramente subversivo.
Cuenta la historia de cómo un profesor de historia, convaleciente en Texas a
causa de su tuberculosis, es secuestrado por casualidad por un bandido que
intenta huir, y de cómo se replantea todos sus principios vitales para, final y
progresivamente, decidir abandonar su vida contemplativa anterior y pasar a la
acción. Tal y como dijo Carlos Marx en las famosas Tesis sobre Feuerbach, de lo que se trata es de transformar el
mundo, aunque la posición del profesor de historia daría para toda una amplia reflexión
sobre el papel de estos intelectuales en las sociedades contemporáneas. Excelentes
actores protagonistas, especialmente Gian María Volontè, y una excelsa
partitura del siempre efectivo Ennio Morricone, con órgano de tubos, sonidos
naturales y secciones “corales” incluidos. Por otro lado, al parecer, Sollima
rodó mucho más de lo que el montaje final nos muestra por lo que no es de
extrañar algunas de las lagunas y de los flecos sueltos de la historia.
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