domingo, 30 de marzo de 2014

Ladrón

3.5*

En el año 1995, el director USAmericano Michael Mann estrenó Heat, un thriller épico sobre los sueños y fracasos de un ladrón y de su equipo de amigos y colaboradores. La estructura del film y la esencia de la trama no eran sino una actualización de Ladrón, el primero de sus largometrajes cinematográficos. Sobre el papel, la historia se centra en un ladrón que sueña con juntar todas las piezas que le faltan para completar su propia versión del American Dream, un collage que él mismo hizo mientras estaba en la cárcel y que (de una forma simbólica) lleva en la cartera, al lado del dinero que gana robando joyas. Sin embargo, sobre la pantalla, la historia adquiere un aura de epopeya contemporánea al transformar las fantasías de un outsider en una excusa para criticar un tipo de sistema que nos absorve y corrompe a cambio de una vida en los márgenes de la apariencia y la normalidad. La música de Tangerine Dream, los poéticos momentos de reflexión (característicos del cine de Mann), los diálogos hardboiled y la hipnótica fotografía urbana, marca de la casa, transforman un thriller aparentemente convencional en una demostración de fuerza, autenticidad y autoría artísticas. Por su parte, James Caan borda un papel que mantiene similitudes con el que hizo para Sam Peckimpah en Los aristócratas del crimen, pero mucho más nihilista y, por tanto, más cerca de la sensibilidad trágica de Michael Mann. Tuesday Weld, James Belushi y Willie Nelson acompañan sin entorpecer mientras que Robert Prosky destaca con su personaje de mafioso (por cierto, esta película fué el debut de este actor, además del de Belushi, Dennis Farina y William Petersen, a quien se le ve en un brevísimo papel). 




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