lunes, 24 de marzo de 2014

El tren de las 3:10 (Aka 3:10 to Yuma)

3.5*

Pagado por el dueño de una diligencia que acaban de atracar, el ganadero Dan Evans (Van Helffin) tiene que actuar como sheriff para dejar en el tren de las 3:10 a Yuma al ladrón Ben Wade (Glenn Ford), un hombre que se ha puesto del lado del mal pero que no por ello pierde ni su encanto personal ni su atractivo con las mujeres. En esta tarea, y según se vaya acercando la hora, se encontrará solo, absolutamente solo. Como en otro clásico del Western, Solo ante el peligro, o como en Río Bravo, con la que guarda mucha similitud. Los protagonistas son, por tanto, un hombre que espera con desesperación una tormenta que reverdezca los pastos con los que alimentar a su ganado y, con ello, su propio matrimonio, y un borrachín deseoso de sentirse útil y reconocido (el gran Henry Jones). En un plano más profundo, el film funciona muy bien como metáfora de la sociedad USAmericana: una sociedad de padres de familia y comerciantes, que pretende vivir unida, en paz y dedicada a sus negocios y que frente al delito no puede sino ofrecer la espalda, la otra mejilla o contratar a un mercenario. Pero siempre hay un individuo que hace las cosas bien aun a costa de diversos riesgos para su vida, familia y negocios. Delmer Daves presenta la historia con una puesta en escena sencilla y efectiva, repleta de esa condensada sabiduría cinematográfica USAmericana, que narra una historia ocultando al narrador y desarrollando una excelente composición psicológica. La fotografía de Charles Lawton es magnífica, muy bien iluminada y con un contrastado pero nada estridente W&B. Buena intepretación de la pareja protagonista. Hay un remake del 2007, con Christian Bale y Russell Crowe.



 
 


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