sábado, 24 de mayo de 2014

La década prodigiosa

3*

Si una maravilla puede ser medida, ésta tuvo lugar en 9 días. Así comienza La década prodigiosa, enesimo jeroglífico de suspense del director francés Claude Chabrol, que comienza la década de los setenta en plena efervescencia profesional con un film sobre la obsesión y el tiempo. Hans Ulrich Gumbrecht ha publicado su personal intento de capturar a través del lenguaje un año, 1926. El resultado es un caleidoscopio de escenas, informaciones y sensaciones la mar de estimulante. Theo van Horn (Orson Welles) es un empresario millonario que vive en una mansión en Alsacia simulando vivir en 1925, para lo cual tiene sometido a su capricho a todas las personas que le rodean. Está casado con Helena (Marlen Jobert), la hija de uno de sus empleados, y tiene por hijo a un enfermo mental (Anthony Perkins), cuyo profesor pasa unos días con toda la familia (Michel Piccoli). Pronton comenzarán a sucederse los hechos misteriosos que irán encadenando un imprevisible plan diabólico. El argumento, basado en una novela de Ellery Queen, es presentado por Chabrol como una reflexión sobre la moral y la religión, con ese cariño suyo por el thriller USAmericano aunque con las formas, algunas veces grandilocuentes, del exploitation europeo. En todo caso, cualquier espectador ligeramente avezado descubrirá que la trama está en la base de decenas de policiacos contemporáneos. Por otro lado, según avanzan los 9 días, uno comienza a pensar en Malpertuis (una mansión, un misterio, unos dioses y Orson Welles). Sin llegar a la altura de El carnicero, Les bonnes fennes o Al anochecer, estamos, por tanto, ante un film fallido que, sin embargo, se sigue con cierto interés a pesar de que la pericia del director no consige ahuyentar, en ningún momento, la mosca detrás de la oreja del público. Por cierto, atención a alguno de los modelitos del señor Perkins.

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