sábado, 10 de mayo de 2014

West Side Story

4*

Robert Wise es un director USAmericano absolutamente todoterreno. Lo mismo rueda un clásico de la Sci-Fi (Ultimatun a la tierra) que un puntal del terror (The Haunting), un musical como Sonrisas y lágrimas que un Western como La ley de la horca. En este caso, lleva a la pantalla una vieja historia: la de un amor que se encuentra cercado tanto por oposiciones sociales como por la tragedia. Sí, la vieja historia de Romeo y Julieta, aunque con toques de Una tragedia americana. Pero lo maravilloso del caso es que la historia se localiza en un barrio de Nueva York, a finales de los años cincuenta, y los Capuletos y los Montescos se han transformado en los Jets y los Sharks, dos bandas callejeras al estilo de las que, con crudeza, retrató Susan E. Hinton o Richard Price (adaptadas también a la gran pantalla, Rebeldes o The Wanderers). Con la ayuda de Jerome Robbins, Wise rueda un film excepcional, un musical moderno que rezuma elegancia y buen gusto en cada uno de sus planos, tanto en los bailes como en las canciones, tanto en la escenografía como en las coreografías narrativas, tanto en el uso del Technicolor como en las interpretaciones (esos míticos Russ Tamblyn, Rita Moreno, George Chakiris, Richard Beymer o Natalie Wood). Además, Wise incorpora varios aciertos experimentales en la puesta en escena, como las transiciones entre escenas o el momento en el que Tony y María se conocen en el baile. La obra comienza con unos primeros minutos en los que se muestra la Gran Manzana desde el aire (como en Crimen en las calles o en La calle) y, poco a poco, la cámara desciende hasta adentrarse en los campos de juego de un barrio que podría ser de cualquier ciudad, puesto que los prejuicios raciales y de clase existen en todos los lugares del mundo. La partitura de Leonard Bernstein, por cierto, es una de las obras cumbre de la música contemporánea, un score de una gran complejidad instrumental y tímbrica pero que tiene esa extraña sabiduría de la música yanqui: la melodía. Así, varios cortes de la BSO han pasado a engrosar la memoria colectiva, como la de María, la de América o la de Tonight, como las canciones de Grease. La escena de la pelea callejera fue homenajeada por Coppola en Rumble Fish, otra obra maestra ambientada en el mundo de las pandillas. Y los títulos de crédito del final son obra de un inspiradísimo Saul Bass.







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