sábado, 31 de mayo de 2014

Posesión

3.5*

Cuando Mark (Sam Neill) llega a su casa de Berlín, su mujer Anna (Isabelle Adjani) le confiesa que quiere dejarle porque tiene un amante. El marido comienza a sentir el martirio de los celos y el infierno del orgullo masculino pisoteado pero, poco a poco, comienza a sobreponerse. Por su parte, su mujer muestra síntomas de estar perdiendo la razón por lo que el marido contrata a un detective. Lo que Andrezej Zulawski plasma en la pantalla con este argumento, no es plato para todos los gustos ni para todos los nervios. De hecho, La posesión, además de ser una de esas cult movies de terror sepultadas en su propia paranoia, es una muestra de ese cine acrobático y excéntrico de Andrzej Zulawski, que desde Diabel hasta On the Silver Globe ha sabido dar forma a la poesía de lo extraño, la violencia y la perdida de identidad. Algo así como el Polanski polaco (aunque con una concepción de la geografía urbana que recuerda a Dario Argento, en un Berlín frío y, por tanto, grisazulado). El rasgo más característico de la dirección es el cámara en mano, que abraza a los personajes en el encuadre de interiores para unirlos enfermizamente en la mente del espectador pero que, también, los asocia en el plano en exteriores, con travellings precipitados (como escribe Kim Newman), para producir un efecto de inquietud y zozobra. Por cierto, los dos actores protagonistas muestran una entrega y un vigor interpretativo dignos del mayor de los elogios, lo que imprime el sello de desasosiego y extrañeza que es el 50% del valor del film. El otro 50% lo descubrirá el espectador por sí solo, especialmente en 3-4 escenas (obra de Carlo Rambaldi) realmente impactantes, que no se olvidan. En todo caso, al final, la película acaba siendo una depurada pero intrincada representación de la femme fatale. Como curiosidad, en el score hay un tema que tiene la mitad de un leitmotiv de la BSO de El padrino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario