domingo, 11 de mayo de 2014

Snowpiercer

3.5*

En un futuro cercano, la tierra ha quedado totalmente congelada, con temperaturas que hacen casi imposible la vida en superficie. Sin embargo, un reducido número de seres humanos viven en un tren que no deja de surcar las líneas férreas del planeta debido a un ingenioso dispositivo de movimiento perpétuo. La historia comienza cuando los pobres habitantes de la parte trasera del tren se rebelan contra sus superiores y deciden acceder, vagón tras vagón, a la parte delantera para hacerse con el poder. Lo que irán descubriendo les terminará de helar la sangre, igual que al espectador. Bong Joon-ho dirige una película de ciencia ficción, con un aliento mesiánico similar al de Matrix, pero con cero realidad virtual de por medio. En su lugar, un tren autosuficiente, que funciona como métafora de una especie de capitalismo sostenible pero, a la vez, lleno de trampas y puzzles. Estéticamente, el film es un miasma, bastante aceptable, de retrofuturismo made in Julio Verne, multiculturalismo, The Collector y steampunk (que es lo que ahora se lleva), todo ello sobre la base del cómic original, de Jacques Lob y Jean-Marc Rochette (aunque, como adaptación, la película se queda muy corta). Todos los efluvios se condensan en un tenso thriller de acción y suspense, donde los personajes, un grupo de lumpenproletariat hartos de ser ninguneados, van poco a poco iluminando el orden social sobre el que se ha establecido el nuevo mundo sobre railes, 17-8 años después de su congelación: es decir, la clase baja se revela a sí misma (y revela al expectador) la superestructura material, técnica e ideológica sobre la que se levanta todo el mundo de Wilford (Ed Harris) y sus acólitos, un mundo que predetermina el lugar de las personas, que puede atraer a las mentes más débiles pero que, a la postre, se levanta sobre una gran injusticia. Por eso, el resultado final es un canto a la indocilidad. Como The Machine y como el High-Rise de Ballard, ciencia ficción actual, bien planteada y muy bien ejecutada. Aunque, sin duda, este trabajo de Bong Joon-ho es bastante más atractivo que el de Caradog James, por cierto.

 

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