viernes, 9 de mayo de 2014

La novena configuración

3.5*

Tras el éxito cosechado por la adaptación de su novela en 1973, el autor de El exorcista, William Peter Blatty, se puso tras la cámara para rodar la que él mismo consideró la secuela legítima del film de Friedkin. Y ello por dos razones. Primera, porque casi nadie quedó contento con la película de John Boorman. Segunda, porque si el espectador está atento, podrá encontrar varios lazos de unión (tanto materiales como espirituales) entre el clásico de terror y este trascendente y semidesconocido producto Hollywoodiense. Los temas sobre lo que versa el guión son nada menos que la violencia, el trauma y la culpa, por un lado, y la muerte, la vida y la expiación, por el otro. Stacy Keach es un psiquiatra que llega a un castillo donde residen varios oficiales con serios problemas mentales y extrañas conductas. Gente que parece poseída. Poco a poco, se irán revelando las causas y las posibles soluciones a tan enigmáticos comportamientos y el espectador, si tiene un poco de paciencia, podrá disfrutar de una pieza de relojería que sorprende por su arriesgado argumento, su efectiva realización y su contundente mensaje. Además, la ambientación, las interpretaciones, la música y un bien surtido grupo de actores en horas altas, redondean el producto final obligando a preguntarse por qué la historia del cine sepulta obras como ésta mientras, a la vez, ensalza castañas pilongas como El precio del poder o El lago azul, por ejemplo. Por cierto, justo 10 años después de este título, Peter Blatty, como si fuera un Michael Crichton cualquiera, rodaría la tercera parte de su escandalosa obra maestra.

 

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