3.5*
Producción Corman para la
Paramount, que recupera una historia que ya había plasmado cinematográficamente
el Edward Dymytrik
post HUAC, en
El francotirador: la de un joven, aparentemente normal pero
profundamente perturbado, que se dedica a matar gente en la calle, de forma
arbitraria y con un fusil (algo así como el
Scorpio
de
Harry el sucio). De hecho, ya Henry
Miller había dejado escrito que cuando un USAmericano se vuelve loco sale a plena
luz del día y se pone a matar a unos cuantos conciudadanos. Al contrario de lo
que ocurre en Europa, donde la gente opta por el suicido, como apostilla el
genio de Brooklyn.
Ópera prima cuasi oficial de ese crítico y cinéfilo director
llamado Peter Bogdanovich que, como en
La
última película, supone un sentido homenaje al propio cine y a los
drive-in típicos de los cincuenta. Una
lectura del
film podría centrarse en
la pérdida de la inocencia que supuso, de hecho, la década de los sesenta en
los EE.UU., y en el surgimiento de los
monstruos modernos, en contraposición a
los monstruos clásicos, representados por el personaje del propio Karloff, Byron
Orlock. En todo caso, la ambigüedad del producto, especialmente en relación con
lo más que posibles desequilibrios mentales y con las motivaciones del asesino,
le acerca, como decimos, a esa oscura obra que fue
El francotirador. Como curiosidad, aparecen
citadas visualmente dos películas: una de Howard Hawks y la otra,
The Terror, del propio Roger Corman. Como
complemento perfecto, se puede reunir el visionado de esta película con otra de
masacres en autocines,
Drive-In Massacre,
de Stu Segall (1977).