Cuando el marido multimillonario
de Jane Fonda es asesinado, ésta accede al consejo de dirección de la empresa
de su marido. A partir de este momento, se verá envuelta en una conspiración
financiera mientras intenta insuflar nueva vida a los negocios de su ex esposo,
con la ayuda de un economista bienintencionado (Kris Kristofferson), que es,
curiosamente, el discípulo de una auténtica “orca financiera”. La verdad es que
lo primero que piensa el espectador al encontrarse frente al film es que se parece sospechosamente a
la propia vida de Jane Fonda (incluso al papel que la hija del gran Peter Fonda
tiene en The Newsroom). Lo segundo
que piensa el espectador es ¿qué diantres hace el protegido de Johnny Cash haciendo
de experto financiero? Por muchas simpatías que se tengan por el actor texano,
el personaje que mejor le sienta es del tipo al que da vida en La hija de un soldado nunca llora, por
no hablar del cantante country de Alicia ya no vive aquí. Se ha llegado a
decir que esta película es, quizás, la peor de toda la filmografía del autor de
El informe pelícano. De esta opinión
es Jared Brown, tal y como escribe en Alan
J. Pakula: His Films and His Life. Por nuestra parte, sin embargo,
consideramos que se trata de un film
estimable, con varios aciertos visuales, un mensaje pesimista (la mar de
realista), un argumento convenientemente incomprensible (pero verosímil) y un
discurso irónicamente anti capitalista (y de los que hacen historia, como el de
Jordon Gekko en Wall Street), puesto
en imágenes y en palabras por el gran Hume Cronyn. Un desastre
crítico-artístico-comercial en su momento, que se alza, hoy en día, como un
producto a recuperar, aunque sea, exclusivamente, por sus componentes
premonitorios.
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