Terror satánico adolescente de high school, perpetrado para lucimiento
de la transformada Megan Fox y con menos interés cinematográfico que un
capítulo de Melrose Place. Un grupo
de chavales trastornados por la sociedad competitiva actual, secuestras y
sacrifican a una joven que afirma ser virgen. El ritual sale mal y la muchacha
vuelve de la tumba, simplemente, para regocijo propio. Con algún que otro
homenaje a Carrie y a El exorcista, el film avanza sin pena ni gloria por el camino de la rutina y la
simpleza, con una iluminación nocturna hiper convencional (al igual que los encuadres),
diálogos de festival musical de verano, CGIs infestos e interpretaciones Razzie.
En fin, un producto hecho con adolescentes, para adolescentes y, con seguridad,
realizado por los mismos adolescentes. No da miedo, no provoca risa, no produce
tensión. Solo da vergüenza ajena.
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