4*
En una abadía bajomedieval italiana se están
cometiendo unos
asesinatos justo en el momento en que se va a producir un
debate teológico entre franciscanos y representantes del Papa. Fray Guillermo
de Baskerville (un trasunto de Occam, Holmes y el propio Eco, al que pone cara
un mimetizado Sean
Connery) acude a la abadía para investigar los asesinatos.
Para ello, contará con la ayuda de su discípulo Adso (Christian Slater) aunque chocará
con el representante de la Santa Inquisición, Bernardo Gui (F. Murray Abraham).
Adaptación fílmica del erudito pero entretenido
best seller de
Umberto Eco, el apocalíptico semiólogo italiano,
rodada con mucho cariño y respeto por un Jean-Jacques Annaud francamente inspirado.
La película es un prodigio en la reconstrucción histórica (algo de lo que el
director ya dió buenas muestras en
En busca de el fuego) y en el desarrollo del suspense, pese a algunos fallos
de guión (como la salida del laberinto, por ejemplo), y, además, consigue crear
un micromundo absolutamente verosímil mediante una curiosa postura postmoderna de
base: situar arquetipos literarios contemporáneos (incluyendo a
Borges) en un
mundo tan extraño y supersticioso como la cristiandad medieval. Los actores
cumplen a la perfección con sus roles (mención especial a toda la galería de
secundarios, como Ron
Perlman), la fotografía es deliciosamente oscurantista y
el
score consigue trasladar al
espectador al
otoño de la Edad Media.
Finalmente, todo este
palimpsesto trasciende el puro entretenimiento sirviendo en
bandeja una devastadora crítica contra la hipocresía y la
crueldad de la Iglesia de Roma.