Una de las últimas producciones de fantasmas,
que pretende ser clásica pero que no es más que la version ‘00, reactualizada,
del tema y que, poco a poco, va abandonando su factura whodunit para dar entrada a elementos sobrenaturales en torno a una
entidad llamada Bagul. El argumento, un topoi
clásico sobre grabaciones encontradas; la trama, típicamente desarrollada; el
guión, una mezcla de El Resplandor, The Ring y The Conjuring & Insidious. Y, sin embargo, funciona
decentemente. Igual por el humilde trabajo de dirección. Igual por el uso de
efectivos y primigenios recursos del miedo. Igual por el gran trabajo de Ethan
Hawke. Por otro lado, la BSO busca lo ominoso pero no consigue que el
espectador deje de pensar en la música incidental de videojuegos como Silent Hill o Resident Evil. Lástima, porque es obra de uno de los más grandes
compositores del terror contemporáneo: Christopher Young, poseedor de uno de
los mejores scores de las últimas
décadas, el de Flowers in the Attic.
En definitiva, un modesto film para
pasar un buen mal rato.
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