Sin ningún punto de contacto con la obra de
Camus, The Stranger es una humilde
producción del gran Orson Welles que lleva a la pantalla una historia de alto
calado histórico y moral sobre la caza de criminales nazis all around the World, antes de las campañas de Wiesenthal o de El traslado de A.H. a San Cristóbal. El
agente Wilson (un extraordinario Edgar G. Robinson) llega a Harper, un típico pueblecito USAmericano,
siguiendo el rastro de un sospechoso particularmente cruel. Una vez allí,
deberá moverse con sagacidad y prudencia para seguir la pista del criminal,
absolutamente mimetizado con el American
way of life, así como para no espantarle. Con una premisa tan interesante
(hablamos de 1946), obra del guionista y director soviético Victor Trivas, el
maestro Welles compone uno de esos films
de “segunda fila” (en una filmografía repleta de obras maestras) con la
característica fuerza visual y originalidad cinematográfica del director, que
no oculta sus homenajes al cine negro, al expresionismo, al Frankenstein de la
Universal y al cine slapstick de
Harold Lloyd. A la altura de El proceso
y Una historia inmortal. Años
después, Welles colaboraría en el impresionante documental Genocide, sobre el mismo tema.
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