jueves, 31 de diciembre de 2015

Mis 5 imprescindibles sobre la Nochevieja:


-       Cabalgata (1933).
-       Fin de Año maldito (1980).
-       Los amigos de Peter (1992).
-       Días extraños (1995).
-       Buscando un beso a medianoche (2007).

martes, 29 de diciembre de 2015

The Lobster (Aka La langosta)

2.5*
Dedicada a Alicia López
The Lobster es el hermano rico de Canino. Sí, queridos lectores, el tal Yorgos Lanthimos está de moda, es uno de los directores favoritos del candelero gafapasta o wanna-be nerd. Tiene pocas películas, su obra es distante (en el doble sentido de la palabra) y, hasta hace pocos años, era difícil de conocer pero, aún así, está remojando poco a poco la tierra ya empapada donde crece el cine Europeo. Y no es casualidad. Sus películas vienen de Grecia, ese extraño país, una especie de lámpara Zettel de la modernidad, donde todo está desmembrado y se cae a trozos. Sus películas son raras, con una extraña mezcla de convencionalismo cinematográfico y discordia temática. (Como en el cine de Haneke). Sus historias compaginan con descaro una cierta y distante humildad en la puesta en escena y un raudal de agresividad subterránea y escenas de sexo extemporáneo (También, en este caso, como el cine de Haneke). Igual es que quiere escandalizar… (Como Haneke). Ha tenido un gran éxito reciente, tanto en La Croisette como en el estrecho circuito del Cine de VOS, con el cual ha conseguido convencer a un elenco tutti frutti Hollywoodiense para su desconcertante siguiente obra, una sátira falsamente futurística y más bien swiftoniana (en cierta forma, similar a Alps) sobre la palpitante dificultad actual de conseguir y de mantener una relación de pareja. Ya lo decía Boris Yellnikoff en Si la cosa funciona: la mayoría de las relaciones de pareja son pasajeras. Pero bueno, aún así, se puede seguir contando historias de amor. Sobre todo si se quiere conquistar al espectador palomitero (cough, cough), con una historia de amor ciego. Lanthimos se sale del tiesto con una historia excéntrica y curvada (¿es mejor estar solo o en pareja?), que se hace un tanto larga y que no es especialmente inteligente, ni ingeniosa ni original. De hecho, tanto temática como, sobre todo, formalmente, el estilo visual parece inspirado en el Fahrenheit 451 de Truffaut, en El dormilón o en The Hotel, la serie de televisión británica. Aunque con clarísimas influencias de Kubrick. Curiosamente, el hotel donde se desarrolla esta historia de supervivencia langostera, parece una fusión del Overlook y el Dansem Dene. Con ese home schooling inspirado en El bosque que es Canino, Lanthimos nos recordó la absoluta arbitrariedad que se esconde detrás de nuestras convenciones vitales. La vida es una farsa desafinada. Ahora nos pone frente a un film pasajero de amantes. O de amantes pasajeros. Como el de Almodóvar. En ambos sentidos. 

El explorador de la frontera (Aka Quincannon, Frontier Scout)

2.5*

Frederick Jackson Turner dejó escrito, allá por 1893, que el pueblo USAmericano había forjado su carácter y, con él, sus aspiraciones y sus instituciones reubicando, poco a poco, paso a paso, la frontera (ese Far West mítico) que dividía su “civilización” del “mundo salvaje”. Y, no por casualidad, la frontera es el territorio donde los EE.UU. han situado la inmensa mayoría de sus ficciones modernas. Frontier Scout (en su inglés original) es otro de esos cientos de Westerns rodados por el todavía desconocido Lesley Selander (aunque parece que Miguel Marías está escribiendo un libro sobre él), poseedor de una personalidad tan interesante como contradictoria. El argumento gira en torno a un cargamento de rifles que ha desaparecido y que se teme que haya caído en manos de los indios Cheyennes, Sioux y Arapahoes, aparentemente liderados por Lobo de Acero. Un explorador del ejército, Linus Quincannon, una especie de Hopalong Cassidy, deberá averiguar qué ha sido de ellos, hablando con unos, luchando con otros y enfrentando el racismo de muchos de sus correligionarios. La visión que de los indios se da en el film es bastante atípica pero el resultado final compra casi todas las acciones del Gran Cliché del género en su época. Los aspectos técnico-artísticos, por cierto, tampoco sobresalen especialmente, salvo la fotografía del maestro Joseph Biroc. Una producción Bel-Air, para la United Artist, sobre una novela de Will Cook, el autor de Dos cabalgan juntos.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Fresas salvajes (Aka Smultronstället)


Dedicada a Orit A. Amar

4*
Durante un viaje en coche con su nuera, el viejo y pedante profesor Borg recordará algunos momentos de su vida, con nostálgica tristeza, algunas veces ensoñándolos, otra recreándolos mediante el sueño o la simple evocación. El viaje tiene una finalidad: llegar a Lund, donde el profesor va a recibir un Doctorado por sus 50 años de profesión médica. Bergman rinde homenaje a Victor Sjöström, el padre del cine sueco, cediéndole el protagonismo de una de sus obras maestras, un retrato reconfortante sobre el paso del tiempo, de la vejez y de los recovecos del matrimonio, aunque no exento de crudeza, ternura y vitalidad. El homenaje incluye una cita textual de La carreta fantasma, una de las mejores películas de todos los tiempos. Con una fotografía límpida y al carboncillo, una puesta en escena milimétrica como una cantata de Bach y una música que se abraza a la película con amor, Bergman arroja al espectador una alegoría sobre la frialdad, la soledad y la muerte. Pero también sobre el arrepentimiento y el perdón. Bajo la estela de Freud y de su propia biografía, que tanto ha condicionado su cine (como reconoce en Imágenes), Bergman no nos cuenta su historia como si fuera esa “épica del ego” de la que hablaba Lacan. Más bien, para Bergman, los seres humanos estamos incapacitados para ser felices y para hacer felices a los demás, precisamente, por ese constante miedo a la muerte, que nos hace egoístas y frágiles. Evidentemente, ambas pulsiones determinan nuestras realidades pero, por suerte, hay muchos momentos de nuestras vidas que consiguen ponerse del lado del “principio del placer”. Esta obra es uno de esos momentos. Por cierto, el grupo Dogma ha copiado mucho de este film, sin duda, al igual que Woody Allen, como todo el mundo sabe.

jueves, 24 de diciembre de 2015

La chica de rosa (Aka Pretty in Pink)

2.5*

El rosa no es solamente un color: es, también, una actitud. Y si agarramos a una estudiante USAmericana y la becamos para que estudie en una High School de clase adinerada, tanto el color como la actitud chocan con los valores de las élites. Hasta que surge el amor y el espíritu de Romeo y  Julieta intenta difuminar el muro entre las clases sociales. Con la excusa de una comedia tonta y chorra, con su happy end preceptivo, la maquinaria de hacer dinero de Tinseltown aprovecha un guión del creador de la comedia marxista adolescente para soltar un leve pero poderoso alegato contra la desigualdad que provoca el dinero. En realidad, estamos ante una película diseñada para las enormes masas de clases medias que poblaron los EE.UU. entre los cincuenta y los noventa y que la Administración Reagan se intentó cargar. Y en buena medida lo consiguió. A mediados de los ochenta, sin embargo, los adolescentes iban al cine en manadas y esperaban encontrar productos como este: nada más que Sugar, Spice and Everything Nice, como apuntan Gateward y Pomerance. Vista hoy, no deja de ser una más de entre las teen love stories que machacaron al espectador femenino durante la ultraconservadora década de los ochenta. Pero, eso sí, con esas gotitas contraculturales y un poco nerd del gran John Hughes (homenaje al Huston de Misfits incluido). De hecho, no es extraño ni una casualidad, sino todo lo contrario, que el padre de la protagonista (esa perenne Molly Ringwald y sus berrinches) sea nada menos que Harry Dean Stanton, el mayor secundario que ha dado Hollywood desde los tiempos de Warren Oates.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Episodio II: el ataque de los clones

2*

2ª entrega de la 2ª trilogía del mega ultra blockbuster de La guerra de las galaxias. Ahí es nada! Si el primer episodio, La amenaza fantasma, fue una autentica decepción para la inmensa mayoría de los niños y adolescentes que se criaron con la saga original, esta entrega vuelve a defraudar a los espectadores más crecidos. Es verdad que hay una genuina apuesta por la ciencia ficción (esa omnívora presencia de razas, vestimentas, armas, naves, lenguas, mundos, planetas, etc.), pero la moralina moralizante es el principal protagonista de estos 3 primeros episodios de la saga, cronológicamente hablando, mientras que en los tres primeros, históricamente hablando, lo era la auténtica aventura así como el origen misterioso de Darth Vader (que es la espina dorsal argumentativa de estos 3 primeros episodios). George Lucas vuelve a confundir el cine con el  mundo de los videojuegos y vuelve a rodar un film con una extraordinaria saturación digital (repletita de millones de insustanciales detalles, potencialmente merchandaisizantes) y una historia plana pero, eso sí, repleta de “futilidades” para supuestos entendidos, para “jedis” que trabajan de 9 a 19:00. La verdad es que parece mentira que los caballeros Jedi estén metidos en estas absurdas historias. Pero, en fin. ¿Qué razones se pueden argüir en su contra? Pues que las escenas de acción no producen ninguna emoción; que los diálogos están plagados de omnipresentes y cansinos chascarrillos sobre la fuerza; que el desarrollo de los personajes es más previsible que el de los animales protagonistas de las fábulas de Esopo; que los tejemanejes imperiales hacen que huela a podrido en la Antigua República; que la música y que la puesta en escena contribuyen a una constante teatralización de la historia; que el misticismo original ha dejado paso a una cuasi religiosidad maniquea; que la trama tiene varios flecos que no satisfacen a las colonias de fans (la cuestión midicloriana, las relaciones interraciales); etc. En fin, si eres un espectador que disfrutaste con El imperio contraataca, chirriarás con esta entrega, solo para los mozos, púberes e imberbes seguidores. 

lunes, 21 de diciembre de 2015

Cosmópolis

2*

Kenneth Rexroth escribió que “la civilización occidental dejó de existir después de la Segunda Guerra Mundial. Vivimos en un cadáver que se agita como una rana muerta en un cable con corriente”. Bueno, puede ser una rana o una rata, que es el símbolo de la decrepitud que manejan Don DeLillo y David Cronenberg en esta nueva incursión del director canadiense en su particular análisis de las bases del discurso de la postmodernidad milenarista, tras su particular digresión sobre Freud y el inconsciente. Usando una limusina como icono del cibercapitalismo actual, Cronenberg toca fondo con una película petulante y pretenciosa, con ciertos destellos de auténtica originalidad cronenbergiana (bien es verdad) pero aburrida y superficial a más no poder. La historia es muy sencilla: con el Apocalipsis de fondo, estamos ante una narración digresiva en la que un broker multimillonario recorre una ciudad newyorkizada para cortarse el pelo. Sobre tamaña chorrada se levante el film. No por casualidad, el actor elegido no es otro que el mortecino y, ya de por sí vampírico, Robert Pattinson. ¿De verdad se pretende que el espectador empatize con un tipo tan desagradable y mezquino cono el protagonista de esta película? ¿O con sus ridículas y contradictorias reflexiones? En fin… Desaconsejable para todas aquellas personas que no se dejan engatusar por palabras vacías, pseudo conocimiento y lenguaje gallinejero. Desaconsejable para los lectores de Hugo von Hofmannsthal y su Carta a Lord Chandos. Desaconsejable para todos aquellos que se esfuerzan por aprender. Para quitarse el mal sabor de boca, el espectador puede disfrutar de la mucho más compacta Last Night (La última noche).

viernes, 18 de diciembre de 2015

Desde el infierno (Aka From Hell)

2.5*

En una novela de Peter Ackroyd, La sombra de Hawksmoor, se presenta un Londres misterioso, laberíntico y decadente, donde la arquitectura y el urbanismo esconden un simbolismo diabólicamente místico, basado en la amoralidad de la ciencia y en la indiferencia del progreso. El villano de la novela es Nicholas Dyer, una figura mefistofélicamente maligna, comparable al “Jack el Destripador” de Alan Moore. El impresionante (y obsesivamente documentado) guión de From Hell, una de las obras maestras del mago de Northampton, sirve de base a esta película. Los hermanos Hughes han acopiado algunas de las ideas básicas del cómic pero, tanto visual como narrativamente, han tomado prestado ideas e iconografías de otras producciones, en particular de Asesinato por decreto. Sin duda, tanto Ackroyd como Moore han basado sus malsanas creaciones en la obra de Iain Sinclair, uno de los mayores secretos de la literatura inglesa (véase sus asombrosas obras Lud Heat o Radon Daughters). El film, por cierto, no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. En realidad, estamos ante una historia pesadillesca, con varios guiños al mainstream Hollywoodiano pero que cuenta con una aceptable ambientación, un guión suficientemente tramado y correctas interpretaciones. Además, contamos con la presencia de Sir Ian Holm, que pone rostro a un villano majestuoso y repugnante: el médico Sir William Gull, un aristócrata que fue capaz de cualquier cosa con tal de proteger los valores elitistas del Imperio Británico.

martes, 15 de diciembre de 2015

Mis 5 editoras de DVD imprescindibles:


-       Criterion Collection (con Janus Films)
-       Warner Brothers.
-       Arrow Films.
-       Anchor Bay.
-       Regia Films.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Muere otro día (Aka Die Another Day)

1.5*

Mediocre, ridícula, una auténtica fantochada. Siempre se ha dicho que las películas interpretadas por Roger Moore eran una parodia de la saga Bond. Pero eso se decía porque se comparaban con las que habían protagonizado Sean Connery y George Lazenby, que eran pulcros productos de entretenimiento, cine de espías que, sin llegar a los dos rombos, se consideraba la versión visual oficial de esa literatura para adultos que producía Sir Ian Fleming. Pues bien, la fase Brosnan es, en general, una degeneración de los elementos bondianos, aunque llevados al paroxismo. El problema es que, además, se hace sin gracia, con una extraña mezcla de elementos light, horterada pseudo tecnológica y mucha sangre. En este caso, Lee Tamahori no consigue sacar el alma a una historia ridícula, con unos personajes entre paródicos, estereotipados y previsibles, unas situaciones absolutamente fantasmales y unos diálogos simplones como esas técnicas para ligar en el lounge de moda de los nuevos ricos. Una pena, la verdad. Porque, aparte de mala, aburre. Lo único destacable es la presencia de Halle Berry. Bueno, y el hecho de que, ya desde los títulos de crédito, con esa BSO execrable, la película te está avisando de por donde van los tiros. Licencia para vomitar. Todo lo demás, todo lo malo, no murió otro día: murió el mismo día del estreno.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Erotic Ghost Story

2.5*

El cine erótico es un divertimento masturbatorio que no tiene nacionalidad. Y, además, es un género en el que Occidente poco o nada tiene que enseñar a filmografías de otros países. Los chinos, por ejemplo, al igual que los japoneses o los coreanos, son auténticos especialistas en la materia. Incluso mezclando el erotismo con otros géneros o subgéneros. En esta ocasión, el conocido director hongkonés Lam Ngai Kai (Ngai choi Lam) rueda una genuina cinta erótica, pero con elementos del cine fantástico y de terror. La fuente literaria parece que es una antigua fábula china pero, en realidad, la historia recuerda mucho a la novela de John Updike que George Miller llevó a la pantalla. Si no fuera por el cuidado con el que está rodada toda la historia así como por las magníficas escenas eróticas, estaríamos ante un ejemplo de cine psicotrónico en estado puro: y es que, a una historia fantástica en clave de comedia, el director añade 3 brujas un poco vixens, monstruos de tres cabezas, escenas sexuales de toda clase y condición, efectos de maquillaje stop motion descacharrantes, vudú, artes marciales, etc. Las actrices protagonistas son tres auténticas bellezas (encabezadas por la bien dotada Amy Yip), los decorados y el vestuario dan la talla y el erotismo, realmente convincente, deja paso con la mayor naturalidad a las escenas de acción más sorprendentes. En definitiva, una experiencia cinematográfica de lo más singular, sin duda. Y, por cierto, al parecer, la película fue estrenada en el Festival de Sitges de 1987. Stanley Tong rodaría, unos años más tarde, un film de título y temática similar.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Tarón y el caldero mágico (Aka The Black Cauldron)

3*

Atípica y cuasi desconocida película de Disney, estrenada en pleno éxito de Los Cazafantasmas, Legend, La historia interminable e, incluso, Merlin el encantador y Excalibur, de todas las cuales se toman prestados ciertos elementos aunque, en todo caso, estamos frente a una adaptación animada de Las Crónicas de Prydain de Lloyd Alexander, elaboradas al calor de la obra de Tolkien, Shakespeare y del ciclo artúrico. Lo prodigioso es que en la película hay oscuridad, magia, erotismo, extraños personajes, muertos vivientes, comportamientos insólitos en el cine de la compañía, etc. Lo menos prodigioso, por tanto, es descubrir el poco éxito que tuvo en su época, tanto de critica como de público. De hecho, tardó varios años en llegar al mercado del video. Estéticamente, el diseño de personajes es el que se podría esperar de la Disney en esa época aunque hay evidentes conexiones con la estética de las obras de Ralph Bakshi, en particular con las dibujadas por Frank Frazetta. Por cierto, el film posee una hermosísima partitura de Elmer Bernstein y entre las voces de los principales personajes podemos encontrar las de John Hurt, Freddie Jones, Nigel Hawthorne o John Byner así como la del propio John Huston. Con probabilidad, la película más underground de The Walt Disney Company.

jueves, 10 de diciembre de 2015

La red social (Aka The Social Network)

3.5*

Hay muchas formas de criticar una película. Como cualquier producto cultural, un largometraje tiene distintos niveles significativos, técnicos y artísticos que pueden ser desentrañados con las más diversas técnicas analíticas e interpretativas. Lo que sorprende de La red social es que, detrás de un estilo cinematográfico relativamente adusto (e, incluso, humilde, comparado con los sorprendentes alardes del director), se esconde una de las más sutiles y sofisticadas representaciones del capitalismo post-industrial reciente, concretamente de su fase “.com”. Es decir, mucho podría hablarse del excelente guión de Sorkin; o de la contención visual de Fincher; o del excelente juego con las líneas temporales y con los distintos planos narrativos de la historia. Mucho se podría decir sobre todo esto (aunque, quizás, solo quizás, y por otra parte, tampoco se ha estudiado con suficiente detalle). Pero la cuestión clave de esta obra es el tipo de sociedad que retrata. El quid de la cuestión aquí podría ser el siguiente: un estudiante de Harvard puede volverse un empresario de éxito y, por extensión, un peón de la oligarquía mundial, mucho antes de haber mantenido una relación amorosa y/o sentimental de cierta envergadura. Es decir, lo que la película denuncia es la facilidad con la que un inútil emocional puede llegar a ser un tótem empresarial. Qué sugestiva mixtura!! Pero, asimismo, lo curioso de este film es que el espectador medio no identifica al personaje “Zuckerberg” con el individuo real: al contrario, Jesse Eisenberg será ya, para siempre, el fundador de Facebook. Y esa es, auque mínima y pese a quien pese, una conquista de Fincher.