2.5*
Como decía Chesterton, una
aventura es algo que nos sucede, algo que nos agarra y nos escoge, no algo que
escogemos nosotros. Sobre esta premisa, John Carpenter levantó, a mediados de
los ochenta, en glorioso
Panavision, su
gran oda a la
aventura, a una aventura descontrolada, urbana y mística, en la
que la filosofía china, las artes marciales, la magia negra e, incluso, un halo
fantástico impenitente, tienen un punto en común: el personaje de Jack Burton,
un
alter ego de Kurt Russell,
bastante fanfarrón, bruto y mentecato. La excusa argumental gira en torno al
rapto de una muchacha china por parte de una extraña secta de gángsteres. Su
pareja y su mejor amigo deciden salir en su búsqueda y, al hacerlo, irán siendo
sumergidos en los callejones y las mansiones más extrañas del barrio Chino de
San Francisco, un mundo irreal, ilógico y aterrador, como el creado por Lewis
Carroll en
Alicia en el país de las
maravillas. En todo caso, aunque la película comience con un acicate
individual, poco a poco se va transformando en la típica película
hawksiana de grupo, tan querida por el
maestro de Carthage. Situaciones inesperadas a raudales, acción sin descanso,
diálogos de la ESO, humor desnudo, monstruos y mucha, mucha imaginación, juegan
a su favor. En su contra, algunas escenas inverosímiles, algunos FX obsoletos y
una BSO un tanto repetitiva. En cualquier caso, un pequeño clásico del cine de
aventuras de la ultraconservadora década de los ochenta (tan pródiga en
panfletos de un conservadurismo machacón e ideológicamente ramplón), pero que,
sin embargo, en este caso, no disfrutó del éxito de taquilla como otros
films de la
20th Century
Fox, como
Tras el corazón verde,
o de la Paramount, como
Indiana Jones y
el templo maldito. El problema es que, salvo a un público muy
juvenil, la
película no fue capaz de transmitir verdadero terror o pavor a los espectadores
de la época.