Summa barriobajera de buena parte de los tópicos de las películas high-school USAmericanas de los ochenta,
A toda marcha se destaca del resto de
films del género por mostrar una
sociedad más violenta, cruel y desquiciada, donde también hay perdedores y outsiders, y apuntes sociológicos. Así, se
puede ir de la acomodada Connecticut a un barrio marginal de L.A. en un mismo
año. Por lo demás, divertida y entretenida pero con alguna que otra escena, con
algún que otro diálogo realmente faltos de fuerza y claramente deficitarios.
James Spader realiza un hipnótico trabajo y, hablando de rostros, hay que
mencionar a una Kim Richards magnética y a un Matt Clark soberbio. Fritz Kiersch
rueda una curiosa historia de superaciones y de amores adolescentes en un
instituto reaganiano, regalando al espectador cierto costumbrismo fino, pero
aplicado con brocha gorda, y cero heroicidad moral, pese al violento final. Como
en el caso de muchas películas de temática similar, atención a la poderosa
escena de los créditos finales: había que salir del cine con la bilirrubina por
los aires.
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