José Ramón Larraz regresó a
España en plena época del destape y se dedicó a hacer películas eróticas, serie
S y con injertos hard, después de
tocar el cielo del fantaterror español con joyas como Emma, puerta oscuras o Síntomas,
probablemente su obra maestra. En esta ocasión, aprovechando el despertar
sexual de un adolescente barbilampiño pero bigotudo, que se ha construido un
periscopio para espiar a sus vecinas enfermeras, Larraz exprime la belleza
natural de Laura Gemser y de Bárbara Rey, así como su fotogenia y su talento
para moverse delante de la cámara e hipnotizar al espectador. Por lo demás,
aparte de la presencia, siempre cachonda, de Saza, poco más que añadir a la
función, a excepción hecha del comienzo (entrañable, divertido y propio de un
país que no termina de superar su picaresca herencia) y de alguna otra escena
suelta (como la de la apendicitis). El periscopio, esa linterna mágica para ver
lo que está por encima de nuestras posibilidades.
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