Joaquin Phoenix pone la voz en off a una película documental, dirigida por Shaun Monson, sobre la explotación animal en las sociedades contemporáneas, en los cinco ámbitos en los que el resto de los animales sirven a nuestros intereses, unas veces de manera más o menos justificada, otras veces arbitaria e innecesariamente. Sin embargo, la película muestra que dicha explotación se levanta sobre una crueldad que ejercemos de manera rutinaria, maquinal y casi inconscientemente sobre nuestros semejantes animales. Esos cinco ámbitos son: la industria alimentaria, la de pieles, la de las mascotas, la del entretenimiento y la de la experimentación científica o comercial. Una película realmente terrible y desagradable pero muy necesaria. El material básico está constituido por videos rodados en cada una de esas cinco industrias, durante seis años, que están convenientemente montados para conformar un todo dramático en el que la BSO de Moby cobra un valor añadido. Hay que ver esta película: nuestro futuro moral depende de ello porque todavía existen muchas personas que se niegan a reconocer su complicidad con alguno de estos ámbitos de explotación animal. Como decía Richard Rorty, uno de los más influyentes filósofos del siglo XX, el problema moral más acuciante de nuestro planeta es cómo reducir al mínimo la crueldad existente en el mundo. Para empezar, conociendo y denunciando su existencia. Para continuar, ofreciendo a los animales una vida digna y una muerte compasiva. Y para seguir, por ejemplo, adoptando el vegetarianismo. Argumentos parecidos son también los de Elizabeth Costello de Coetzee.
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