En las listas de las películas más terroríficas de la historia del cine, El Resplandor suele figurar al lado de El Exorcista, Poltergeist, La Matanza de Texas y otras cintas sobre terrores primigenios. Lo curioso del hecho es que, en dichas listas, no aparecen películas filmadas antes de los sesenta (la excepción suele ser Psicosis). La conclusión parece evidente: el terror es una emoción universal pero el objeto de ese miedo extremo va cambiando con la edad y con los tiempos. Stephen King era muy consciente de este hecho cuando escribió la excelente novela que Stanley Kubrick adaptó -con varios cambios- en esta gélida y desasosegante película y cuyo título se refiere a la capacidad de algunas personas o lugares para resplandecer. La historia no puede ser más sencilla: Jack Torrance (Jack Nicholson) es contratado para cuidar un hotel de montaña que estará cerrado en temporada baja. Su mujer y su hijo van a vivir con él, al Overlook de Colorado (un hotel que, realmente, está en Oregon). Pero, según va acercándose el invierno, comienzan a ocurrir sucesos realmente ominosos y amenazantes. La sensación de aislamiento, el recuerdo de los crímenes cometidos en el hotel y las propias visiones del protagonista, comienzan a producir cambios en su comportamiento, cambios que desencadenan una espiral de horror y sobresaltos hasta el clímax final (aunque, curiosamente, en la película solo se muestra un asesinato). Kubrick rodó esta historia con su habitual estilismo y perfección técnica (popularizando la steadycam en las escenas en las que, por ejemplo, el hijo de Torrance cicletea por el hotel), explotó la perturbadora sensación de hacer aparecer el miedo en contextos muy bien iluminados, añadió innovadores efectos sonoros a una BSO de Ligeti y Penderecki y, finalmente, consiguió extraer la vena más inquietante de Jack Nicholson, en un papel que terminaría siendo mítico. La película fue rodada en Inglaterra, en los Elstree Studios, durante más de 50 semanas y, como curiosidad, algunas famosas escenas recuerdan a La carreta fantasma, de Victor Sjöström.
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