3.5*
No hace mucho tiempo que George Steiner señaló cinco constantes en la condición humana: el enfrentamiento entre los hombres y las mujeres, entre los viejos y los jóvenes, entre la sociedad y el individuo, entre los humanos y los dioses y, finalmente, entre los vivos y los muertos. En este conflicto entre los vivos y los muertos, la imaginación juega un papel importantísimo, además del amor. Por eso, una de las mejores formas de explorar este enfrentamiento pudiera muy bien ser el cine de Tim Burton y, en concreto, este divertimento animado sobre las tribulaciones de una novia cadáver que contrae matrimonio, por error, con un habitante del mundo de los vivos. Y no habría de tomarse como una casualidad que se haya elegido la técnica del stop motion como forma de traer a la vida a los unos y a los otros, homenajeando con ello, además, al gran Ray Harryhausen. Burton colabora con Mike Johnson en la dirección y ofrece una historia divertidísima y eterna (con ramalazos del Poe más necrófilo y obsesivo) sobre el amor más allá de la vida, con una esmerada ambientación victoriana y con una música de Danny Elfman apropiadísima para la ocasión. La segunda de las joyas invertidas de Burton, junto con Pesadilla antes de Navidad, dirigida por Henry Selick.
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