Samantha (Jocelin Donahue), una joven estudiante,
responde a un anuncio en el que se solicita una babysitter para una noche muy
especial debido a un eclipse total de luna. Una amiga suya le acompaña a la
mansión de Connecticut donde tiene que pasar parte de la noche y, juntas,
descubren a sus raros propietarios. La amiga promete que volverá a buscarla una
vez acabado el eclipse, pasada la media noche. En las siguientes horas,
Samantha vivirá una serie de extraños sucesos. Rodada en 16mm, como homenaje a
la estética y a la narrativa típicas de buena parte del cine de terror de los
ochenta, The House of the Devil es
una película consciente de sus limitaciones y de su carácter mimético, un
carácter que, no obstante, consigue parcialmente superar debido a la humildad
de la propuesta y pese a su evidente artificiosidad y limitaciones. Al
contrario que en Death Proof, un
experimento similar, el homenaje a los clásicos satánicos y splatter de los setenta y de los ochenta
(La semilla del diablo, Carrie y Navidades negras, especialmente) se muestra parcial pese a la
presencia de Dee Wallace (Aullidos, Cujo) y de Tom Noonan, un oscuro actor
especializado en tétricos papeles. Y ello porque Ti West ofrece una historia
francamente endeble, especialmente su resolución, y porque tanto la fotografía
como la música se sienten bastante actuales. En todo caso, un film curioso por alejarse de algunas de
las principales corrientes del terror gore contemporáneo, llenas de hostales
siniestros, pruebas intrincadas e incautos viajeros.
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