Entretenida
historia de espionaje en el marco de la Guerra Fría, con el protagonismo de una
circunspecta Julie Andrews y de un seductor Omar Sharif, en el papel de un
agente ruso que decide pasarse al bando occidental por amor, por cinismo o por
puro y simple desencanto (o por la suma de las tres razones). En la línea de Funeral en Berlín, Scorpio, El ejecutor o,
incluso, de Cortina rasgada, resulta
convencional en su desarrollo y en su conclusión, aunque sin embargo, la
película mantiene cierto interés en la trama y el suspense, gracias a la
contención rítmica de Blake Edwards, y contiene, además, algunos diálogos
ciertamente estimulantes. Solvente plantel de secundarios (especialmente
Anthony Quayle y Oscar Homolka) y discreta BSO de John Barry, especialista en
música para películas de espías, incluidas las de James Bond. El film evoca en el espectador el recuerdo
de La noche de los generales, de
Anatole Litvak, también con Omar Sharif.
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