El príncipe Hassan (Nadim Sawalha), futuro Califa, es
transformado en mandril el mismo día de su coronación. Simbad el marino
(Patrick Wayne, el hijo del Duke),
que va detrás de su hermana (la bellísima Jane Saymour), se ofrece voluntario
para deshacer el entuerto y revertir la maldición. Para ello, habrán de
embarcarse en una travesía que les llevará desde el desierto a las tierras
polares, en busca de un palacio secreto y legendario en el cual podrán devolver
la forma humana al heredero del Califato. Como decía Jorge Luís Borges, Simbad, el otro Ulises, vive en un mundo boreal y mágico que, a lo largo de 7 viajes,
ha permeado a varias generaciones a través de los siglos, tanto en su lengua original como
en las traducciones a las lenguas Occidentales. Sam Wanamaker rueda una
aventura fantástica, con elementos de espada y brujería, a través de una
narración fluida, ligera y llena de momentos sorprendentes, en la línea de
varias de las que se popularizaron entre mediados de los cincuenta y finales de
los setenta (de 20.000 leguas de viaje
submarino hasta Los hijos del Capitán
Grant o Alfombras mágicas e, incluso, la secuencia del viaje de El hombre que puedo reinar), y con reminiscencias de El ladrón de Bagdad, de Alexander Korda. En todo caso, los motivos y la forma
se someten a las mejores convenciones de la tradición de los films sobre Simbad, como la maravillosa El viaje fantástico de Simbad. Por su parte,
Ray Harryhausen echa el resto y llena la trama de muñecos y batallas que se
mueven al ritmo del stop motion: el
resultado es simpatiquísimo, aunque absolutamente demodé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario