Dedicada a Svetlana Radoulska |
viernes, 15 de marzo de 2013
Picnic en Hanging Rock
3.5*
Durante
la década de los setenta del siglo XX, una buena parte de las autoridades
políticas australianas querían situar el cine del país a la altura artística e industrial del
cine USAmericano y del europeo, para poder competir con ellos. En este sentido, esta
película de Peter Weir constituyó un momento decisivo. Para lograrlo, Weir transformó en imágenes
el relato casi gótico de Joan Lindsay, subrayando su componente antropológico. Picnic se convierte, así, en una parte
significativa de la experiencia europea en tierras aborígenes. La historia está
ambientada a comienzos de 1900 y narra la inexplicable desaparición de unas
estudiantes durante una excursión por Hanging
Rock, un lugar que parece desprender una extraña fuerza magnética. El
resultado es una pausada y absorbente película, influenciada por el Poe más
evocador (de ahí la cita del poema A
Dream within a Dream), que se sostiene sobre una impecable puesta en escena
y una fascinante fotografía de Russell Boyd (operador habitual del director), que
utilizó lentes de gran apertura para conseguir transformar el paisaje en un
personaje más. Todos estos elementos construyen una fascinadora atmósfera de
irrealidad e inquietud, a la que la ausencia de explicación lógica para las
desapariciones no hace sino beneficiar. Por eso se ha subrayado en los últimos
años el carácter misterioso del film,
más que su ambientación o sus componentes históricos. El detalle de los
relojes que se paran sin razón alguna recalca esa alegórica atmósfera campestre
que va dejando paso a un horror mucho más sutil, jamesiano. Y todo ello con un presupuesto más que ajustado. Muchas de las actrices que interpretan a las colegialas
desaparecidas son noveles, lo que explica lo mínimo de sus diálogos. Dos años
antes, en 1973 (el mismo año de Amenaza
en la sombra), el extraño director inglés Robin Hardy estrenó su cult movie El hombre de mimbre, una película con la que comparte una
personalísima concepción del fantastique.
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Una extraña y sobrecogedora historia que de una forma sutil borra el límite entre realidad y ficción y sugiere la existencia de un mundo oculto y oscuro, inalcanzable para el ser humano. Una de mis escenas favoritas es el comienzo de la película con la lectura de unas postales de San Valentin inocente pero a la vez sensual. Desde este primer momento el espectador está sumergido en un mundo de imaginación donde nada es lo que parece. La rígida y opresiva atmósfera de un colegio de niñas contrasta con la misteriosa desaparición del corsé de la superviviente que carece de explicación lógica.
ResponderEliminarEs muy interesante como relacionas la experiencia europea en las tierras aborígenes con el paisaje sofocante que rodea las majestuosas rocas. Es una imagen llena de simbolismo en las descripciones de los primeros encuentros de los colonizadores con lo desconocido e incomprensible. Quizás, el mejor ejemplo es la novela de Joseph Conrad “El corazón de la tinieblas” y el enigmático viaje de su protagonista a la oscuridad y la locura.
La película tiene muchas lecturas pero su elegancia , inquietante somnolencia e intrigante juego de silencios refleja nuestra angustiosa visión de un mundo paralelo y desconocido que esconde las respuestas sobre la vida y la muerte.
Fascinante crítica de una de las películas que más me ha impresionado y miles de gracias, Zineface, por tu blog! Soy fan!
Fascinante comentario, Svetlana! De hecho, considero que es algo más que el complemento perfecto de una PastillaCrítica francamente impresionista. Tu texto es mucho más incisivo e interesante. Muchas gracias por tus palabras, en todo caso, y que sepas que es un placer y un orgullo tener fans como tú! Un abrazo.
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