A la muerte de su madre, la joven Linda hereda una
mansión familiar que funciona como una residencia de ancianos La protagonista
descubre el diario de su madre y, al leerlo, comprende que algunas cosas que
ocurrieron tiempo ha están volviendo a suceder. Rodada en Nueva Zelanda (lugar
de origen de Peter Jackson, no lo olvidemos), el director, Tony Williams,
ofrece una curiosa muestra de la clase de cine de misterio que puede producirse
en las antípodas. Un thriller de
terror, relativamente original pero bastante deudor del estilo visual y
narrativo de Dario Argento y de Brian de Palma y, por otro lado, con varios
puntos de contacto con Roadgames y
con el reciente éxito de Kubrick, El
resplandor. La historia avanza con parsimonia, creando una atmósfera inquietante
que es, probablemente, lo mejor de la película. Por otro lado, el comportamiento
de los personajes añade suspense a la trama, al igual que las localizaciones y
la fotografía de los interiores de la mansión. Sin embargo, la BSO, elaborada
por uno de los efímeros componentes de Tangerine
Dream, no termina de encajar con el ambiente claustrofóbico ni con la intriga, salvo contadas excepciones.
Por último, conviene apuntar que la resolución de la trama vincula el film con cualquier slasher típico de la época (comienzos de la ultraconservadora década
de los ochenta).
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