Jack Carter, un asesino
a sueldo que trabaja en Londres, sospecha que alguien ha matado a su
hermano y lo ha hecho pasar por un suicidio. Por tanto, para descubrir al
verdadero asesino de su hermano, se dirige a su ciudad natal, una industrial
y low-class Newcastle.
Poco a poco, comienza a escudriñar en los círculos más selectos de la ciudad y
descubre las verdaderas razones detrás de la muerte de su hermano. Revisión
británica del thriller negro
USAmericano, sobre la base de una historia que podría haber firmado
perfectamente Raymond Chandler, salvo por una cosa: el carácter
action hero del protagonista, un
implacable e impagable Michael Caine. Desde el punto de vista narrativo, el film supone un antecedente directo de
esos retratos slang-gansteriles de Guy
Ritchie: estallidos de violencia incontrolada y seca, sexploitation ruda y desaliñada y unas
dosis altísimas de cinismo, como si no se pudiera contar una historia de esta
naturaleza sin una distancia tan fría como un whisky on the rocks. En contra suya, hay que destacar una estética
absolutamente coyuntural que no permite abstraer fácilmente las características
noir de la película sino que sitúa al
espectador en una ciudad desaliñada, tanto física como moralmente,
que siente los efectos de la desindustrialización y que, a la postre, exhibe
algunas de las singularidades típicas del cine british de la época. Un año después, director y actor volverían a
colaborar juntos en la simpatiquísima Historias peligrosas.
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