La figura del doble, del álter ego, ha gozado de una envidiable traidición, tanto en la
literatura como en el cine. En la primera, desde William Wilson a Jorge Luis Borges, pasando por Robert L. Stevenson, han sido muchos los escritores que se
han sentido seducidos por la atracción del espejo desvirtuado: un reflejo
muchas veces siniestro que completa freudianamente la naturaleza de nuestra
identidad. En el segundo, desde Metrópolis
hasta El cisne negro o Seconds apart, pasando por Inseparables, Desesperación o un capítulo de Refugio
macabro, el cine ha intentado también poner en imágenes el mito del Doppelganger. En El Otro, Robert Mulligan narra las diversas trastadas de dos
gemelos protoadolescentes, uno de ellos realmente malvado, en el corazón de una
granja californiana, y ofrece al espectador una ejemplar muestra de cine de
terror, basado en el ambiente, en las atmósferas y en el juego entre la
realidad, la imaginación y la ficción, sin acelerar la cámara, el montaje o el
ritmo en ningún momento y sin grandes sobresaltos o escenas sanguinolentas.
Simplemente, con una buena historia de suspense, bien narrada, bien
interpretada, bien musicalizada (por obra y gracia de Jerry Goldsmith) y, sobre
todo, muy bien ambientada y fotografiada. Por eso, pese a una luminosidad
constante, solo rota por alguna escena de interior, el terror, la crueldad y lo
sobrenatural hacen acto de presencia y conforman una satisfactoria muestra de
lo que se denomina American Gothic,
un subgénero de terror que aglutina films
como Psicosis, 2000 maníacos, La matanza de
Texas, Tourist Tramp o esa
humilde maravilla que es La oscura noche
del espantapájaros, por poner solo algunos ejemplos. La influencia de esta
cinta se encuentra incluso en fracasos tan poco conocidos como el film de 1983, Disconnected. [Spoiler:
Mulligan mantiene el suspense y la ambigüedad contínuamente a través de un uso
inteligente y muy preciso del montaje. Por eso, salvo algunos rápidos
movimientos de cámara, ambos hermanos nunca figuran juntos en el mismo plano].
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