Robert Enrico tiene una carrera
cinematográfica la mar de sorprendente. Comenzó con tres mediometrajes basados
en sendos cuentos de Ambrose Bierce y su última película “conocida” es un
fresco enorme sobre la Revolución francesa (aunque tiene tres obras más
posteriores). Entre medias, varios thrillers
y dramas y alguna película bélica, de variada respuesta crítica y recepción. En
este caso, Lino Ventura y Alain Delon son dos aventureros que un buen día
conocen a Leticia (Joanna Shimkus), una bella escultora de la que se hacen
amigos. Al cabo de un tiempo, sus respectivas vidas llegan a un callejón sin
salida y, juntos, deciden ir al Congo para intentar encontrar un avión
siniestrado cerca de la cosa y del que se cuenta que esconde un tesoro.
Sorprendente film, especie de
revisión del Jules et Jim de Truffaut
con un estilo visual que hace pensar al espectador en el glorioso cine de
género de la irredenta década de los setenta pero que, en realidad, es de 1967,
es decir, mucho más cercano a la Nouvelle
Vague. Aunque la historia puede decepcionar un tanto, la película tiene un carisma apasionante. Además, esconde varias sorpresas al espectador, que se enamorará
de los tres personajes, se divertirá con sus aventuras y se sorprenderá con el
tono agridulce de la segunda mitad de la historia. Una obra que gozó de
considerable éxito en su momento y que hoy se encuentra bastante olvidada.
Injustamente, por cierto.
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