Film de aliento fantástico, que aprovecha los viajes en el tiempo
para contar una historia de amor que, a la postre, trasciende la cuarta
dimensión y que está basada en una novela del enormemente creativo Richard Matheson, Somewhere in Time. Comienza en clave de
comedia pero va mudando al romance y, finalmente, al drama. La película cuenta
con una puesta en escena distinguida, una cuidada ambientación y una dirección
de Jeannot Szwarc que reluce por sus varios aciertos visuales y de
planificación. La fotografía se mimetiza, en ocasiones, con la luz de los
pintores impresionistas. La BSO, de John Barry, está muy endulzada pero ayuda a
crear un clima de romanticismo atemporal que puede ser del gusto de muchas
personas. Y, en último lugar, las interpretaciones (de Christopher Reeve, Jane
Seymour, Chistopher Plummer y Teresa Wright) son más que correctas. Sin
embargo, la materialización del viaje en el tiempo, si bien no deja de ser una
propuesta ingeniosa, deja al espectador con dudas sobre su verosimilitud, a lo
que no ayuda ciertos agujeros del guión. Casi no se sabría decir por qué pero
esta historia recuerda a la comedia romántica de Alan Alda, El próximo año a la misma hora o,
incluso, a esa maravillosa Sandcastles,
de Ted Post. Por cierto, estamos ante una de las películas favoritas de la
directora Miranda July.
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