Una de las películas más
desconocidas del maestro neoyorkino y una delicia en toda regla. Un par de
colegas (Tom Berenger y Jack Scalia) se dedican a regentar una agencia de
starlettes y un local de striptease,
donde trabaja la maravillosa Melanie Griffith (entre otras bellezas), que está
francamente muy bien. Por otro lado, un asesino despiadado se dedica a cargarse
bailarinas del local y los colegas piensan que es un tipo contratado por la
mafia. Por su parte, la policía (Billy Dee Williams) está investigando la
autoría de los brutales asesinatos pero anda más despistada que el meme de John Travolta sobre Pulp Fiction. Junto con una narración
lineal y sin estridencias, a la manera del thriller
más comercial de la época, Abel Ferrara introduce una serie de poderosos
elementos, característicos de su cine: varias escenas de desnudos muy bien
rodadas; un asesino tipo hermano dislocado de Travis Bickle (y amante del kung fú) en la línea de la turbia Maniac; una poderosa galería de actores
secundarios (Rosanno Brazzi, Michael Gazzo o María Conchita Alonso); un retrato
underground del sueño americano; una
fotografía nocturna que recuerda al mejor Michael Mann y al mejor Scorsese; una
idea argumental que antecede a Summer of
Sam (de Spike Lee); personajes con sentimientos religiosos y de culpa y en busca
de redención (típico del director), etc. Para dedirlo con pocas palabras,
estamos ante una obra que no decepcionará a ningún seguidor de su director.
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