La segunda parte de la serie de
terror sobre la casa encantada de Amityville, que no es una continuación stricto sensu de la anterior, la protagonizada
por James Brolin y dirigida por Stuart Rosenberg. En su lugar, la dirección
corrió a cargo de un todoterreno, Damiano Damiani, en su primer trabajo
USAmericano. Una película moralmente feroz que relata la posesión a la que es
sometido el hijo de una familia de italoamericanos, cuando comienzan a vivir en
su nueva casa, así como sus funestas consecuencias. La propia familia en sí ya
es terrible (el padre es un déspota que pega a su mujer y a sus hijos; la madre
es una creyente que perdona el comportamiento de su marido, los hijos se
dedican a jugar a los médicos…) pero es que, además, todo se complica por la
posesión y posterior exorcismo. Damiani no se anda por las ramas y centra la
atención del espectador en varios retortijones morales, escabrosos y
sanguinolentos, mostrando en todo en su esplendor las fuerzas sobrenaturales
que habitan la casa, lo que dispara en la concurrencia esa excitación perversa (Perverse
Titillation) de la que ha hablado con tanta enjundia Danny Shipka. Para terminar,
el film tiene una escena realmente
morbosa e in-cestiva.
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