Una caspaza mala de las de verdad, dirigida por un tal Camilo Vila, con un
reparto impresionante totalmente desaprovechado (Ned Beatty, Ben Cross, Hal
Holbrook o Trevord Howard, por ejemplo), unos efectos especiales descacharrantes,
un poco de erotismo light, unos monstruillos ghoulizados y un
guión, ambientado en Nueva Orleans, tan desorientado como si entrara alguien de
MYHYV en una biblioteca o en una librería. Poco más se puede decir de este
subproducto de género de finales de los ochenta, salvo que se puede semi-disfrutar con mucha simpatía por parte del espectador.
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