Otra de esas gloriosas
radiografías sobre el poder (más adictivo que el sexo, más atractivo que el
dinero), realizada con mano firme por un Sidney Lumet que debía estar feliz en
ese momento de su carrera porque el film
pone los puntos sobre las íes pero
rápidamente los quita… Aún así, estamos ante una obra realmente estimable y una
de las mejores películas sobre el papel del marketing
y de la publicidad en el desenvolvimiento de las democracias representativas
contemporáneas o, como las llama Carl Schmitt, en estas nuestras democracias
liberales burguesas, que tanta importancia conceden al desarrollo oligárquico
de los partidos políticos y al desarrollo de las campañas políticas mediáticas.
El film muestra (aunque sin meter
demasiado el dedo en la llaga) cómo nos engañan los políticos, especialmente
cuando intentan acceder al poder, dirigidos por esos mercenarios de la imagen
que son los asesores. A destacar la labor del propio Gere, del gran E.G.
Marshall, de Gene Hackman (estos dos también comparten cartel en la maravillosa
Poder absoluto), de Fritz Weaver, de J.T.
Walsh, de Denzel Washington y de la gran Julie Christie. Como decía Enrique
Jardiel Poncela, “el que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
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