En el año 2038, los recursos
naturales de la tierra se han agotado y las multinacionales controlan el
universo. La compañía controla la
minería de toda la galaxia pero hay problemas en la Moon 44, con otra empresa llamada Pirita, por lo que se envía a un grupo de reclusos con la intención
de que rediman su pena. Pero tendrán que aprnder a trabajar con jóvenes nerds intergalácticos. Extraña y
semidesconocida mezcla entre un Blade
Runner costroso, un Star Wars de
segunda regional y un Aliens de serie
B, la quinta película de Roland Emerich fue un fracaso en toda regla, debido,
principalmente, a un guión poco elaborado y a unos diálogos de instituto. La
mezcla, de baja fermentación, arroja impurezas de todo tipo, especialmente un humor
socarrón propio de barracones de feria, un exceso de testosterona rancia así
como un militarismo marcial de lo más ramplón. Por lo demás, los efectos especiales,
el diseño de producción, la uni-gestual
actuación del old star Michael Paré y
algunas escenas sueltas pueden hacer el visionado interesante, salvo que se
haya visto con menos de 15 años, en cuyo caso la nostalgia salvará todos estos
vicios señalados.
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