En un futuro muy cercano (aunque
francamente cutre), las personas solo pueden tener un hijo, como en la China malthusiana
de las últimas décadas del siglo XX, vamos. La razón es la terrible
superpoblación que acosa la Tierra. Una pareja queda embarazada por segunda vez
y deciden huir a Canadá, antes de que el gobierno USAmericano les capture y les
arranque su única posibilidad de procrear, ya que del primer embarazo se
produjo un aborto. Para poder huir, necesitarán la ayuda de un viejo ex senador
USAmericano, Quincy George (la última aparición del gran Van Heflin), que les
ayudará en todo lo que haga falta. ¿Qué tenemos entre manos, queridos lectores?
Pues un telefilm con muy pocos
medios, de los muchos que se hicieron para la ABC durante los setenta, rodado
con mucha elegancia por el gran artesano que fue John Llewely Moxey y con
varias estupendas interpretaciones y la presencia de la siempre hipnótica Janet
Margolin. Pero poco más. Aunque el argumento se puede rastrear en productos más
recientes, como Hijos de los hombres,
de Alfonso Cuarón, basado, a su vez, en una novela de P.D. James.
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