Tras varios thrillers psicológicos influenciados por
Alfred Hitchcock, Brian de Palma se interesó por una novela de Stephen King, el
maestro del terror contemporáneo. La historia es de sobra conocida: Carrie White (Sissi Spacek), una estudiante adolescente con poderes telquinéticos, vive
reprimida por su propia madre, una auténtica fanática religiosa (personaje
recurrente en la obra de King, por cierto). Además, sufre las burlas y el acoso
de sus compañeros de Instituto, unas burlas que conforme se acerca la fiesta de
graduación, parecen remitir hasta que vuelven a aparecer momentos antes del explosivo final.
Película inaugural en su género, por dos motivos: por un lado, porque se trata
de la primera adaptación cinematográfica del imaginario de Stephen King y,
además, sigue siendo una de las mejores plasmaciones fílmicas del mundo del
escritor; por otro lado, porque es una fuente del que beben algunas corrientes
del cine de terror contemporáneo (desde La
noche de Halloween hasta Viernes 13).
Muy bien rodada y montada (gracias al trabajo de Fred Hirsch, el montador de Star Wars), la película cuenta con los
colaboradores habituales del Brian de Palma de la época, de origen
italoamericano: fotografía de Mario Tosi y BSO de Pino Donaggio, que compone un
score sobre el leit motiv de Psicosis. El propio
King quedó muy contento con la adaptación, tal y como explica en su magnífico
ensayo sobre el género, Danza Macabra.
Poco tiempo después, se sucedieron las imitaciones, como el telefim The Initiation of Sarah, de Robert Day (1978), los homenajes constantes (como en un capítulo de Los Simpson) y los infaustos remakes.
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