martes, 27 de noviembre de 2012

Yo, Cristina F.

3.5*

El director de Última salida Brooklyn había debutado internacionalmente 8 años antes con un descorazonador retrato sobre las consecuencias psicológicas y emocionales de las drogas. Es el caso de esta película. Cristina es una adolescente que, poco a poco, va volviéndse adicta a la heroína y va transformándose en un muerto viviente. A raíz de esta adicción, Cristina modifica su comportaminto, llegando incluso a prostituirse para adquirir su dosis. Uli Edel subraya el ambiente sórdido y de putrefacción espiritual de unos personajes que se mueven entre el consumismo de masas de la época (discotecas y conciertos de rock, con el rey del glam David Bowie incluido), la sordidez de los barrios de clases trabajadoras de comienzos de los ochenta y el ambiente quinqui berlinés de la era pre SIDA. Pero con ese punto de ingenuidad propio de los ángeles caídos porque, en el fondo, no son delicuentes sino individuos desarraigados, perseguidos por la ausencia de destino, atrapados en un callejón sin salida. Como en el cine de Abel Ferrara o en el de Eloy de la Iglesia, hay varias excenas explícitas y hay un evidente amateurismo técnico en todos los aspectos. La ausencia casi total de música extradiegética subraya el carácter semi documental de la película, lo que la hace más impactante, incluso 30 años después de su estreno. 



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