Como decía David Bordwell, después de ver una película,
la gente tiene la costumbre de hablar sobre ella. Y, si se ha visto en grupo,
normalmente se continúa con un debate sobre las virtudes y los errores de la
película en cuestión. Evidentemente, en el caso de la última película de
Quentin Tarantino, el debate sigue abierto y las razones para ensalzarla o para
criticarla todavía se esgrimen entre entendidos o entre simples
espectadores. Y no es para menos. Django
Unchained tiene la suficiente sustancia filosófica y moral para suscitar
todo tipo de discusiones. El guión, escrito por el propio Tarantino, se sumerge
con audacia pero sin frivolidad en el USAmericano y esclavista Sur de finales
del siglo XIX para contarnos una historia de venganzas con pretensiones míticas.
La historia, llena de acción, diálogos ingeniosos, humor, violencia de videojuego,
varias interpretaciones memorables y diversos giros dramáticos, se sostiene
sobre una labor de dirección y de montaje apabullante. Se nota que The Weinstein Company se vuelve a jugar
el resto. Sin embargo, una vez más, son los aspectos fílmicos y visuales los que destacan especialmente (por ejemplo, la imagen de sangre salpicando el algodón posee una fuerza poética arrolladora). De hecho, la cinefilia del director de Tennessee, en concreto, aflora por cada
poro de la película, enlazando Western
europeo (Sergio Corbucci), Western
blaxploitation (Fredd Williamson), mondo (Adiós tío Tom) y elementos del subgénero Southern (a la cabeza del cual podría
estar El seductor, una de las obras
maestras de Don Siegel) en un todo absolutamente disfrutable aunque, a la
postre, no del todo satisfactorio. En el sentido de que, aunque Tarantino
apunte alto, no consigue sorprender como lo hizo con Pulp Fiction, donde el contenido de la forma estaba más pulido, era
más cotidiano y, por tanto, el producto final era más convincente. En todo
caso, como segunda parte de una trilogia que podría comenzar con Malditos bastardos, resulta una gozosa y
muy tarantiniana parodia, convenientemente apostmodernada,
a diferencia de su Jackie Brown, en
la cual la valentía artística de Quentin terminó por imponerse frente a la simple
repetición de su exitoso estilo previo.
Estoy de acuerdo, creo que es una película estupenda, de las mejores de Tarantino (divertida y crítica a la vez).
ResponderEliminarE incita al debate, pues mientras unos se van a dejar llevar por su historia y la van a disfrutar (entre los que me encuentro), otros puede que se sientan decepcionados por su montaje irregular y su metraje excesivo. Aconsejo la primera opción.
Como sabes, el montaje es lo que permite contar visualmente una historia, salvo cuando lo entorpece. El cine USAmericano siempre se ha caracterizado por contar bien cualquier tipo de historias, independientemente del tema sobre el que trataran... Por eso, sorprenden algunas soluciones y algunas redundancias en el nuevo trabajo de Tarantino. Pero, en todo caso, creo que es una película que se disfruta desde el comienzo hasta el final. Gracias por tu comentario, Anónimo!
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