Bizarro y
absorbente giallo de Pupi Avati, un
director relativamente desconocido pero con una buena paleta de historias en su
haber. La película es de 1976 y gira en torno a las investigaciones del
protagonista en un pequeño pueblo cerca de Ferrara, en el Delta del Po. Ha sido
contratado para restaurar un fresco sobre el martirio de San Sebastián, obra de
un insólito pintor local que vivió atormentado por la agonía de la muerte y sus
efectos. Sin embargo, extraños sucesos le pondrán sobre la pista de un terrible secreto. Avati rueda un malsano y escabroso thriller,
sucio y desconchado, teñido con los colores ocres del mundo rural y bajo la
influencia de una concepción explícita de la pulsión sexual. Y lo hace con una
inusitada pericia cinematográfica y una osada concepción del movimiento de
cámara, de una riqueza y variedad admirable (ojo al travelling circular con espejos). De evidentes conexiones con la
escuela terrorífica italiana (pensemos, por ejemplo, en el surrealista giallo de Giulio Questi), el film puede ser emparentado, también, con
The Wicker Man y, especialmente, con
el mundo de David Lynch, poblado de personajes raros, extravagantes, que
normalmente ocultan su truculencia debajo de una falsa capa de normalidad. Finalmente, la película brota como un producto heterodoxo y desasosegante, como ha escrito Roberto Cueto en El giallo italiano. Por otro lado, y aun riesgo de parecer superficial, también recuerda a ese experimento literario de Gustave Flaubert que fue La tentación de San Antonio.
Me apetece cantidubi dubidú ver la peli
ResponderEliminarPues me alegro "mazo", querido Anónimo. La verdad es que merece la pena. Un saludo y gracias por tu comentario!
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