Relato metaficcional sobre un día de pellas que
se toma Ferris Bueller (Matthew Broderick), junto con su novia y su mejor amigo del High School y con la intención de
recorrer Chicago haciendo todas esas cosas que nunca tienen tiempo para hacer. Aunque
la película haga guiños al anterior éxito del director, El club de los cinco (Simple
Minds mediantes), en Todo en un día
no aparece ningún prototipo estudiantil del susodicho film, lo que demuestra su naturaleza cómica, festiva y optimista. En
todo caso, como muchas de las obras de Hughes, el espíritu global se retrotrae
al Cabaret Voltaire, origen de una de las historias secretas del siglo XX, la
que narra Greil Marcus en su Lipstick Traces (además, también hay una referencia al grupo del mismo nombre). En
este sentido, recuerda muchísimo a la serie Parker
Lewis nunca pierde. Un poco aséptica y con ciertas aparentes incongruencias
(¿un día de colegio con partido de fútbol y de béisbol incluidos?), resulta
simpática en su desarrollo y en el trazo de situaciones y personajes (ese
enorme Ed Rooney). Una película rodada con mucho arte, fotografiada con una luz
optimista como pocas, agradable y divertida a ratos, muy bien interpretada –con
la ayuda de varios iconos de la época (el gran Jeffrey Jones, Jennifer Grey y
Charlie Sheen, en un papel premonitorio)- y, sobre todo, con muy buen gusto.
Atención a la parede scene con el
incombustible Twist and Shout de The Beatles. Y hablando de música, en el
score aparece una canción que
utilizarían también dos pequeños clásicos de la comedia de la época, la
ultraconservadora década de los ochenta: El secreto de mi éxito y Superagente K-9.
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