5 años después de la
masacre del Campamento Crystal Lake, un grupo de monitores
vuelve al mismo condado para abrir un campamento de verano en un terreno
cercano. Como es natural, los organizadores son un heterogéneo grupo de jóvenes
hermosos y hormonados que alternan el trabajo y el placer. Steve Miner inaugura
oficialmente la saga de Viernes 13
con esta secuela del clásico slasher
de Sean S. Cunningham de 1980. Y es una inauguración porque mientras que en la
primera parte el asesino era la madre de Jason Vorhess, en esta segunda es el
propio Vorhess, un boogeyman
desfigurado, afásico y mongoloide, una especie de Quasimodo que se disfraza
como el asesino del clásico gótico The Town That Dreaded Sundown.
El guión es similar al de la primera parte, los asesinatos son un poco menos
truculentos y la calidad cinematográfica es similar (con los característicos
defectos de continuidad), aunque convendría reseñar la impresionante
iluminación nocturna. Aunque la estructura de ambos films es parecida (escena precréditos, presentación, asesinatos y
epílogo), ambas desarrollan una buena parte del metraje
por la noche y ambas finalizan con la típica escena resurreccional, to be continued, hay que destacar
algunas diferencias reseñables: en esta, la survival
girl ha practicado sexo con su pareja; el protagonista de la largísima
escena pre créditos no es Jason sino la superviniente de la primera, Alice (Adrienne
King); y hay, al menos, un superviviente (más los que se quedan en
el bar de carretera), mientras que en la primera sobrevivían tanto Alice como
Crazy Ralph. Dentro de la tradición del cine de terror, conviene señalar que
hay una escena homenaje a La matanza de
Texas y otra que recordará en el espectador el truculento final de Cumpleaños mortal, estrenada
ese mismo año (1981), y de El día de la
madre. Como curiosidad, también en 1981 se estrenó otro slasher con varios puntos de contacto
con este film, Scream.
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