Walter Hill coloca a un grupo de 9 reservistas
(en realidad, de la Guardia Nacional) de maniobras, en medio de los Everglades
de Lousiana, para que sean cazados, uno a uno, por un pequeños grupo de rednecks cabreados. El resultado es casi
una secuela de Deliverance o de Rituals si bien Southern Comfort es una película formalmente expléndida pero
moralmente ambigua. ¿Por qué? Porque los 9 individuos que se enfrentan a los
cazadores y tramperos son un desastre cada uno: hay uno que tira de gatillo
fácil y precipita todo el argumento; hay otro medio indio que pierde la razón
asfixiado por el pánico de la situación; otro va de machito; otro más de jefe
militar incompetente; uno que lloriquea a la mínima; y así hasta Powers Boothe
(¡qué nombre más varonil1) y Keith Carradine, que son los únicos que llegan a la resolución de la trama,
en medio de una fiesta en un poblado cajun.
Ironía del film, la broma del
comienzo se produce con munición de fogueo. El guión podría haber dado para más
(hay varias escenas de transición y de relleno) por lo que Hill, consciente de
la artificialidad de toda la producción, va insertando contínuamente planos de
las hermosas pero monótonas localizaciones para variar tanto el ritmo como la
pretendida tensión de la película. En todo caso, un correctísimo ejercicio de estilo, que parece prefigurar el Depredador
de MacTierman, rodado con un buen puñado de actores realmente apropiados. Por
cierto, la música de banjo es de Ry Cooder, nada menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario