Como el protagonista de Tiempo de Silencio, en una apartada isla
de Irlanda, un científico busca una cura contra el cáncer, investigando en un
laboratorio secreto de su apartada mansión. De resultas de sus pesquisas, se
desata una extraña y misteriosa forma de vida tentacular que se alimenta de
huesos, lo que provoca el espanto y el miedo en la isla, por los gelatinosos
resultados de sus ataques. Para la resolución del misterio, se solicita la
presencia de un par de doctores: Peter Cushing y Edward Judd (curiosa mixtura
entre Gene Hackman y un Sean Connery inglés). El argumento y la estética se
sitúa entre los clásicos de la serie B
USAmericana, llenos de invasiones alienígenas y acartonadas criaturas, y el
mundo viscoso de un David Cronenberg. Sin embargo, se trata de una obra menor
del gran director británico Terence Fisher (como la posterior Radiaciones en la noche) y, en muchos
aspectos, una obra fallida, especialmente por la inconsistencia del guión y por
una dirección visualmente pobre, llena de puntos muertos y de planos y escenas
estirados hasta el ridículo. Incluso el propio Peter Cushing parece estar
desubicado, perplejo, en una situación que debería dominar a la perfección. De
hecho, The Peter Cushing Companion
habla de interpretación “relajada”. Por otro lado, la escena final recuerda a
la sobrevalorada La Niebla, de Frank
Darabont.
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