Erich Maria Remarque fue un escritor que disfrutó
de gloria y fama durante un buen periodo de tiempo (antes y después de la
Segunda Guerra Mundial). Como Vicente Blasco Ibañez antes que él, Remarque fue
adaptado a la pantalla grande por algunos de los mejores directores del Star System. Tras la adaptación de Lewis
Milestone de Sin novedad en el frente,
su amigo Douglas Sirk acomete la tarea de plasmar en imágenes la novela contra
la Alemania de Hitler, un momento histórico que el propio Sirk vivió de forma
dramatica y que, además, ya había llevado al cine con anterioridad (en Hitler’s Madman, por ejemplo). La trama
se sitúa en el frente ruso y cuenta la historia de un soldado de infanteria nazi (curioso y sorprendente punto de vista) que, cansado y hastiado de los
horrores de la guerra, decide vivir su esperado y ultimo permiso como si fuera
el ultimo. En dicho interim, visita
su ciudad natal para intentar encontrar a sus padres pero lo que encuentra es
el amor así como una extraña sensación de náusea vital. Sirk realiza un
trabajo de ambientación extraordinario (hasta el punto de que muchos planos
recuerdan la detallista obra gráfica de Jacques Tardi) y presenta un absorvente
melodrama bélico, con tintes trágicos, en el que hay franco espacio para la
reflexion filosófica y política. Con una música estupenda de Miklós Rózsa y
unas interpretaciones suficientes, A Time
to Love and a Time to Die se eleva como una de las últimas obras maestras
del director de origen alemán, una maravilla fílmica de hondas raíces
humanistas y estéticas.
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