Remake y actualización, todo en uno, del clásico de aventuras de
los años sesenta, El vuelo de Fénix,
protagonizado por James Stewart, bajo la sabia y sobria dirección de Robert
Aldrich. John Moore, el perpetrador de bodrios impersonales e innecesarios como
la 5ª parte de La Jungla de cristal o
Max Payne, destroza una historia
apasionante de supervivencia, trabajo en equipo y superación técnica gracias a (o
a pesar de, es lo mismo) un guión muy flojo, deslavazado y lleno de
imperfecciones e inverosimilitudes (como la escena de la medición de la pista
de despegue, por poner solo un ejemplo), a un grupo de actores sin carisma ni
entrega (cuerpos de cachitas mediante) y, sobre todo, gracias a una puesta en
escena mediocre, repleta de soluciones desafortunadas y de errores de novato y
con un montaje, además, inconsistente. Las fotos del final, por cierto, son de
lo más aventurus interruptus. Un año
después del estreno de esta película, por cierto, Moore volvería a meter la
pata con su apática revisión de La profecía: Omen 666.
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