En un
colegio de señoritas, una de las alumnas ha comenzado a presenciar el espectro
de Andrea, una antigua estudiante de la institución, que busca materializar una
venganza. Con esta simple excusa argumental y un modesto presupuesto, Carlos
Enrique Taboada escribió y dirigió, en 1967, esta pequeña obra maestra del
terror mexicano, concretamente en el subgénero de la ghost history. Con un suspense lentamente dosificado y algún
esporádico toque erótico, Taboada consiguió una obra personal y efectiva para
atemorizar a la juventud de su país. Para ello, contó con un buen grupo de
actrices, entre las que destaca Marga López, Norma Lazareno y Maricruz Olivier,
una BSO compuesta de varios cortes atmosféricos muy apropiados, con temas
también de Chopin y de Armando Manzanera y, por ultimo, de un nutrido equipo de
profesionales, como el fotógrafo Agustín Jiménez, que ya había trabajado con
Luís Buñuel en su etapa mexicana, nada menos. Una película curiosa y respetable
dentro de la honorable (aunque relativamente desconocida) historia del fantaterror mexicano.
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