El otrora desconocido director de videoclips, David Fincher, se
estrenó en el mundo de los largos
intentando continuar con la magnífica saga del monstruo de Giger. Sobre un
guión tecleado a 6 manos por alguno de los escritores de las dos primeras entregas
(y otros nuevos), el director de Denver elabora un humilde episodio de Science Fiction, terror y claustrofobia
(es decir, la savia que ha circulado por todas las ramificaciones de la saga).
La nave en la que escapó Ripley, al final de la segunda entrega, cae en un
planetoide que funciona como colonia carcelaria en la que los presos cumplen
sus penas trabajando en la industria siderurgia. Por supuesto, diversos giros
de guión harán aparecer en dicho penal a la más peligrosa de las mascotas (y
alguna otra sorpresa más). Fincher, trabajando también con su productora
propagandística, sorprende por el uso de unos FX digitales, absolutamente caducos, junto con la presencia de un Alien
que se mueve, en los planos generales, como el perrito de Scottex. Una lástima, porque la ambientación y el climax están bien
conseguidos, igual porque conserva un 40% de Alien, el 8º pasajero y otro 40% de Aliens, el regreso. En definitiva, no es un Alien al cubo, como
sugiere su título original, sino un Alien por la mitad, un quebrado de Alien.
Aun así, se puede ver sin torcer demasiado el rictus. Como viene siendo
habitual, existe una versión extendida, con alguna que otra escena que, por
ejemplo, recuerda al famoso cuadro de Rembrandt, El buey desollado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario