La tercera obra maestra sin
parangón de Jean Renoir (junto a La regla
de juego y La gran ilusión), una
meticulosa, poética y casi impresionista representación de la vida en “la joya
de la corona”, donde la adolescencia, el amor y la madurez transitan al ritmo
que marcan las emociones y la propia corriente de la naturaleza, identificada
con el río sagrado hindú, el Ganges. Renoir utiliza la metáfora heraclitiana
del río para ofrecer una hermosísima reflexión sobre la vida y la muerte en un
marco particularmente sugerente, el marco histórico-político del final del
colonialismo inglés tras la independencia de la India. El argumento no puede
ser más sencillo: 3 chicas jóvenes de diversa y variada condición y
personalidad, se debaten entre su educación, sus instintos y sus deseos en pos
de la aventura y el amor. La llegada de un capitán USAmericano tullido espoleará
la competitividad entre ellas (en particular, entre dos) pero también los
valores morales que llevan dentro. El film
alterna entre el retrato de personajes, la descripción cuasi documental y
detallista de los paisajes y las costumbres del país, y el simbolismo más instructivo. No por casualidad, es
una obra de referencia para creadores de la talla de Satyajit Ray o Wes Anderson. Una de las películas más hermosas de su director, repleta de
infinitos detalles, solo apreciables tras varios visionados, y con una luz, un
cromatismo visual y un olor que impregnan al espectador de vida y de esperanza (obra del sobrino del director).
La importancia de un autor como Jean Renoir queda clara cuando se sabe que el
Edmund Wilson de la crítica cinematográfica, André Bazin, estaba trabajando en una
monografía sobre el director francés antes de morir, una monografía que
editaría, posteriormente, nadie menos que François Truffaut.
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