Dedicada a Barbara.sociales |
Segunda parte de la conocida “Trilogía de las Tres Madres” del maestro del giallo italiano, Dario Argento. El film es una variación, tanto temática
como estética, de su anterior éxito, Suspiria,
con varios de sus motivos y giros argumentales pero con menor consistencia dramática.
No obstante, en esta historia, Argento ya se abandona casi definitivamente al
regodeo visual y a su propio y particular paroxismo narrativo, primando la
ambientación, la iluminación y la puesta en escena por encima de una trama
consistente. Por otro lado, esos elementos ayudan a subrayar el carácter sobrenatural
de toda la historia, lo cual le viene pintiparado a todo el producto.
Coherentemente con la obra, repetimos: la película es lenta y repetitiva en
muchas de sus partes pero el goce estético, para quienes no le den demasiada
importancia a una buena historia, está asegurado. Y ello pese al poderoso
reclamo con el que comienza la película: con el libro de The Three Mothers, el extraño edificio neoyorkino y el misterioso
anticuario, todo ello conformando un buen anzuelo. Por cierto, el extraordinario
teclista Keith Emerson, de Emerson, Lake
& Palmer, compone un score
variadísimo, con cortes excesivos pero con partes muy apropiadas. En defiinitiva,
una obra para completistas del “undisputed master of Italian horror cinema”,
según Chris Gallant. Con permiso de Mario Bava, por supuesto.
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